La casa, definida desde su superficie cerámica, se percibe desde la calle como un ensamblaje de capas opacas sucesivas, expresando con ambigüedad el carácter masivo de la fábrica de ladrillo, que se manipula para dar respuesta a la composición abstracta de edificio. El resultado, construido con una reducida paleta de materiales, se presenta como una unión indisoluble entre materia y forma, entre espacio abstracto y programa doméstico.
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